45. Yo sólo iba a cenar
Esta noche ha sido épica.
Bueno, la mañana ha tenido su puntazo, pero eso, para otro día.
Cena de fin de estancia en esta isla tan especial como vacía de turismo.
Un broche deslumbrante a estos días de tranquilidad que tan bien me han sentado. Y es que estar sola, conviviendo únicamente conmigo misma y con la gente del lugar no podía tener un final más acorde.
Ilyas, el maldivo que se lo ha currado bien para que no me faltara nada, llevándome en moto y en barco por tierra y por mar, me invitó a cenar a su casa.
Nunca había estado, ni por supuesto comido, en una casa maldiva «de verdad», con lo lo que podía dar respuesta a esa pregunta que siempre me hago de cómo vivirá puertas adentro la gente del lugar.
Acepté encantada, con respeto, curiosidad y por supuesto, la ropa más tapada que encontré en lo poco que traje (¡benditos «por-si-acasos»!).
Lo que vino después fue una cena tan auténtica como desconcertante:
… Platos para una boda,
… Sólo dos comensales,
… Una mujer muy tapada que parece un fantasma de negro
… Niños que no se oyen
… Normas culturales que chocan,
… Ausencia de papel higiénico – Ayyyy ¡¡qué apuro!!…(*)
Y yo, combinando el disfrute de unos platos deliciosos con el terror de los que «asoma el rojo», intentando sobrevivir al picante y sus efectos con decoro.
Una experiencia extraña, sabrosa y tan reveladora como enriquecedora.
De esas que solo pasan cuando viajas despacio, te dejas llevar por la vida sin filtros y no sabes si poner cara de haba o de flipada.
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Prometo risas, sorpresa… y mucha reflexión.
PD1
(*) El apuro no es por lo que te crees 🤣🤣 Tendrás que leerlo todo para enterarte. No es un click bait de esos, pero hay que darle su protagonismo a la historia..
PD2
Cuando lo leas todo, hazte la pregunta que me he hecho yo…