51. Los que no están, los que sobran, los que siguen

En mi casa, cuando existía eso tan bonito que era «la familia«, en cualquier celebración o festividad donde había un brindis, mi madre siempre repetía la misma frase:

🥂 Por los ausentes y por los presentes

Notaba en sus ojos esa mirada de cuando te vas lejos y tu pensamiento traslada a otro lugar. El del recuerdo y de la nostalgia.

Son esas cosas que realmente entiendes de verdad, interiorizas y dejas de escuchar como palabras sin más, sólo cuando el tiempo pasa y te haces mayor.

Entonces cobra todo un significado mucho más intenso. Y también tienes más capacidad para valorar el poso y el peso de cada una de esas referencias de tu vida.

Estas fechas son muy dadas precisamente a eso, a recordar a los ausentes, a los que estaban y ya no están, a los que se fueron y nos dejaron en relación al cuerpo, o los que desaparecieron por otros motivos y aunque sigan viviendo, ya no forman parte de nuestras vidas.

Tendemos a pensar mucho en nuestros seres queridos fallecidos, que, cuantos más años cumplidos, más aumenta la lista… Pero lo cierto es que si nos ponemos a pensar, (al menos yo, quizá no sea vuestro caso), hay muchas otras presencias que eran muy cercanas y dejaron de serlo, ya solo son lejanía, recuerdo, o quizá ni eso.

No sé si es mejor o peor, simplemente es.

Pero ojo, que también en estos días de celebraciones están los que «sobran». Pero como toca ser muy políticamente correctos, de esto no se habla, se calza uno la sonrisa fingida y esa actitud postiza de que todo es guay, y aquí no pasa nada.

A mi eso me hace mucha gracia. Aunque por suerte (y elección) no es algo que me toque vivir actualmente, ¿quien no ha pasado por ello alguna vez?. En esas reuniones tan grandes, donde se junta tanta gente es inevitable. No sé si es cinismo, formas sociales o educación, pero es como si se impusiera que todos tenemos que gustarnos, caernos bien y reírnos las gracias…

Pues no, el ser humano tiene sus afinidades y forma parte de nuestra identidad el no congeniar con todo el mundo.

Y tampoco sé si es mejor o pero, simplemente, también es.

 

Da igual.

El caso es que estos días en que la mayoría estáis entre lucecitas de colores, música navideña, compras desaforadas y comilonas inacabables, yo y unos cuantos como yo que nos encontramos en sitios donde la Navidad no existe y son días como cualquier otro, todo este bagaje histórico personal forma parte de nuestro imaginario y siempre tenemos ese lugar para el recuerdo que compartimos o callamos, pero está presente.

Es inevitable.

Y es bonito.

Porque traes la presencia de los que fueron importantes, y agradeces que hayan formado parte de tu vida, y aunque los añoras, sientes que están dentro de tí, algo dejaron, algo permanece, y el recuerdo lo rescata.

Revivir esos tiempos en que la inocencia nos llenaba los ojos de chispitas de auténtica felicidad no es algo que debamos evitar.

Aunque no lo veamos, en esos momentos la sonrisa sale de dentro y se ilumina nuestra mirada como cuando éramos niños que no necesitaban recordar.

Así que, estemos donde estemos y como estemos, no dejemos de brindar, aunque sea sin copas y sin alcohol, hay formas de hacer chin-chin desde el corazón…

🥂 Por los ausentes, por los presentes, por lo que estuvieron, por los que estamos y los que vendran

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