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29. Murphy en las Maldivas (2)
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28. Murphy en las Maldivas (1)
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27. Ayer y hoy en Maldivas
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26. MODO AVION
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24. Recomprar lo propio. Los libros de mi padre.
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23. Leer
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22. Dust in the wind

29. Murphy en las Maldivas (2)

Del fondo del mar a la cama de un hospital

¡La que has liado, pollito!

No pobre, no va por Luis, va por cualquiera, que anda que no nos pasa veces que “de repente” todo cambia… y ¡como cambia!

Imaginad. 

Estás tan contento en un barcaza de buceo nada menos que en las Maldivas, muchos meses ahorrando para disfrutar de esta super experiencia. 

Vienes con amigos, colegas, un buen rollito que te pasas.

El plan de es de pm para hacer lo que mas te gusta, que es bucear.

Las inmersiones que llevas hasta el momento han sido una pasada y todo está por mejorar, te chupas los dedos de la emoción de lo que viene…

Pero  lo que viene no estaba escrito en el itinerario del viaje…

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28. Murphy en las Maldivas (1)

Vale, si, estoy en Maldivas y suena guay, pero hoy me toca explicar la parte menos bonita del trabajo, aunque estés en el mismísimo paraíso.

Hoy ha tocado interrumpir un día que pintaba genial de buceo con mantas, tiburones, águilas raya, tortugas y otras maravillas, por una dura jornada de hospital.

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27. Ayer y hoy en Maldivas

Diría que fue 2007 la primera vez que vine a este archipiélago tan idílico e idealizado; no recuerdo la fecha exacta, sería año arriba año abajo, en todo caso, ya son unos cuantos, cerca de la veintena. 

Desde entonces es uno de los destinos que visito regularmente, incluso varias veces en el mismo año. Sin ir más lejos, no hace ni 3 meses que pasé un par de semanas entre Hanifaru y Guraidhoo, y aquí estoy de nuevo, con tremendas ganas de todo lo que ofrecen estas islas.

Es por puro vicio, ya que es uno de los sitios top de buceo del mundo y por trabajo, al ser de los habituales donde traemos grupos desde la agencia (desde la parte de buceo, Buceoyviajes.com). 

Vamos, como siempre digo, la parte bonita de mi trabajo, y, oye, ¡cómo me gusta trabajar así 😎 !

El caso es que ayer, cuando por la ventanilla del avión comenzaba a aparecer esa vista alucinante de los arrecifes e islas que se te plantan ante la mirada sorprendiéndote entre las nubes, esos trocitos de tierra rodeados de agua que parecen salir de un cómic de Borges, en ese momento, supongo que mecida en la especie de «trance» que me dan los vuelos, a mi cabecita le dio por el modo recuerdo, e, inevitablemente, comparación. 

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26. MODO AVION

Volar en sí me gusta, me relaja, me lleva a mil sitios internos.

Me apasiona mirar por la ventanilla del avión, comenzar en un lugar, y poner los pies en otro tan distinto…

Os confieso que, fiel al nombre de mi empresa, prefiero y me gusta de manera especial «viajar sola«, refiriéndome a los aviones, a lo que es el vuelo en sí.

No tengo muchas ganas de hablar durante un vuelo.
Con lo fácil que soy de conocer gente en cualquier entorno y entablar conversaciones con cualquiera, en los aviones me vuelvo ermitaña, no me suelo relacionar, soy de las que me pongo los cascos ya en la puerta de embarque y entro en mi «ensimismamiento personal y aislamiento del mundo«.

Es como mi momento especial para pensar, meterme para dentro, mirar las nubes o la nada de ese gris que a menudo nos rodea y dejar que la mente fluya a su son.

Me surgen cosas que fuera parecen no estar, y necesito y me hace mucho bien darles protagonismo.

Me conecto con una parte muy interior mía y es un espacio que me transporta, no solo millas de distancia, si no a mi yo más verdadero.

Me hace pensar lo «nada» que somos y el «todo» que hacemos.

Me siento pequeña y grande a la vez.

Miro a tanta gente en un mismo espacio, y me pregunto por sus vidas, tan distintas, tan extrañas.

Los seres humanos somos un enorme misterio.

Puedes cruzar sonrisas, miradas, codazos…

Algunos te atraen, otros te repelen, la mayoría somos neutros. Quizá a tres filas esté la persona que podría cambiar tu vida, en el amor, en los negocios, en lo que sea… y sin embargo… nada. Cada cual en su espacio tan reducido.

No dejo de sorprenderme y admirar cómo este bicharraco enorme vuela, se mantiene en su lugar, mantiene la velocidad.

De nuevo… los seres humanos somos un misterio, capaces de lo mejor y de lo peor.

Me gusta pensar. Dejar la mente que fluya, que vaya a su aire, sin complicaciones ni interrupciones.

Y es el lugar perfecto para mí.

Bueno, he de decir, que la verdad «era», porque cada vez es más fácil tener internet durante el vuelo y ya se jode la magia, sigues enganchada a los wasaps, los mails, a mirar tonterías… Por eso soy de las que me gusta poner el modo avión y no quitarlo hasta entrar en la terminal.

Eso de estar 8 o más horas sin conexión me parece un auténtico regalo para el alma.

Estoy convencida que necesitamos muchos más espacios así, donde nos centremos en todo lo que somos y llevamos dentro; sé que un avión es un lugar extraño, incomodo, inhóspito, pero curiosamente es mi lugar de meditación más elevado 😉, sin duda alguna.

Espero y deseo que tengáis también vuestro punto de poner la cabeza en descanso y dejar salir vuestro verdadero yo

MODO AVION OFF

24. Recomprar lo propio. Los libros de mi padre.

Para quien no lo sepa, mi padre, Agustín Faus Costa, fue un personaje famoso y muy querido en el mundo de la montaña.

Montañero de referencia en el ámbito del alpinismo en España, muy conocido y apreciado y prácticamente el primer escritor de montaña de nuestro país, con nada menos que 40 obras en su haber, entre libros propios, (la mayoría) pero también traducciones y revisiones de joyas de esta temática.

Por si eso fuera poco, en el Diario AS (sí, el de deportes) fue el primero en escribir de forma regular sobre montaña, un artículo semanal, y alguno extra cuando había expediciones o eventos de relevancia desde antes de nacer yo. Comenzó en el Diario Madrid, hasta que lo cerraron, y luego continuó toda su vida en el AS.

De esto tengo un recuerdo muy bonito de niña, porque me encantaba acompañarle a «la redacción» del AS, al lado de Príncipe Pío.

Tenía la costumbre de dejar la furgoneta ahí donde encontrara sitio, generalmente lejiiiisimos, (sin probar primero si había algo más cerca, como hacemos la mayoría de los mortales), y andar y andar y andar hasta llegar al lugar. Así que de su mano, tocaba ir contándole cosas del cole, mientras bajábamos (o subíamos) la cuesta de San Vicente, hasta llegar y subir las escaleras que daban a las oficinas.

Cada semana, sin falta, pasaba a entregar sus hojas de papel llenas de palabras con ese amor tremendo a la montaña, que los días atrás había ido desgranando con el tac tac tac de las teclas de su Olivetti.

Era los jueves a última hora, a partir de las 20,30 y siempre se alargaba hablando con unos y otros; llegábamos tarde a casa a cenar y mi madre siempre ponía morros porque me acostaría más tarde de mi hora (mi madre era todo lo contrario que él, tremendamente ordenada y fiel a los horarios), pero para mi era un día especial.

Sentía una atracción enorme por ese olor a imprenta, con esas pilas altísimas de periódicos color salmón de los de antes, la gente que me hacía monerías, y yo tan orgullosa de que mi papá fuera escritor y todo el mundo le valorase tanto.

Ocurre que cuando una persona se mueve tanto como yo, ha tenido tantas mudanzas, traslados y cambios, es inevitable ir perdiendo cosas por el camino. Y entre ellas, hacía tiempo que sabía que me faltaban unos cuantos de sus libros, ya desde que vivía en Zaragoza, y ya tocaba tener toda su bibliografía en mi haber.
Así que, tras semanas rastreando por tiendas de libros de segunda mano para recuperar estos tesoros, hoy me ha llegado el último paquete. ¡¡Al fin!!

Lo bueno, ya tengo toda la obra escrita de mi padre. Súper contenta.
Lo malo, no están firmados ni dedicados, como eran «los míos»

Comprar lo que era mío, parece que forma parte de mi karma. Pero bueno, la vida es desapego y desprendimiento, y la verdad que hasta esto le ha dado un toque de emoción extra y una lección más en mi historial.

Estoy super contenta y orgullosa, y hoy os animo a saber algo de este gran hombre de cumbres que pasó su vida entre subir a montañas y escribir sobre ellas.

 

Agustin Faus, conocerle un poquito más aquí

 

Conservo una de sus máquinas de escribir, con la que alguna de esas obras han pasado de sus dedos a una librería.

 

Qué bonito es, dejar un legado, algo que va a permanecer siempre, aunque el tiempo se empeñe en anularlos.

 

Nada de redes, donde los likes se esfuman, y todo queda en el olvido con una rapidez cruel. Escribir de forma que permanezca, escribir desde las entrañas, de lo que uno sabe y siente propio, que enseñe, comunique y/o aporte algo…

Quizá eso mismo sea lo que me inspire a mí a escribir, aunque no lo haga tan bien como él.

 

En fin, este es el resultado. Mirad que preciosidad… 💚 📚

 

Si es que para mi una biblioteca es algo que tiene una belleza extrema; Necesito vivir rodeada de libros, y no podían faltar sus libros en un lugar protagonista de mi casa: el armario de mi abuelo Ito… 🤎

 

Y sí, la balda de arriba es la «de montaña«, de mi padre…

… y la de abajo es «la del Mar»: la de mi madre.

 

Ella no dejó nada escrito en papel, pero sí bien grabado en mi alma, en este corazón de mar que late salitre por mis venas gracias a ella 💙

 

 

PD. Os invito a leer algo más del mítico Faus, me gustó mucho esta recopilación de un argentino que le conoció como recuerdo y homenaje al poco de fallecer en febrero del 2020: biografía con un repaso maravilloso de su vida y escritos,

 

PD. Si le conocisteis, si tenéis algún recuerdo, si queréis contarme algo sobre mi padre… estaré encantada 🙂

  • Bibliografía Agustin Faus
  • Bibliografia Agustin Faus

 

23. Leer

Hoy voy a ser tremendamente breve, especialmente dedicado a los que os parecen demasiado largos mis mails 😉 (o los ajenos)

Y es que, remito a esto que escribi por aquí hace ya un porrón de años.

Va de leer.

Te invito a hacerlo (leerlo, y sí, para tu tranquilidad, es corto tambien) y ya me diréis opiniones.

LEER

Sin postdata, para no alargarme 😉

22. Dust in the wind

Acaba de sonar en mi Alexa, así que aprovecho y dedico unos minutos a esta obra de arte. Es una (si no la primera) de mis canciones favoritas.

Me lleva acompañando toda la vida (bueno, desde 1977 que salió, no vamos a mentir) en mis diferentes fases vitales porque su mensaje es la mejor reflexión a tener muy en cuenta.

Repito, el mensaje hay que tenerlo MUY EN CUENTA, en cualquier momento en que nos encontremos.

La conoceréis sin duda y será top para muchos. Kansas hizo una obra de arte con esta letra y magistral música. Mi más profunda admiración.

DUST IN THE WIND, KANSAS

3 minutos 27 segundos de pura bendición para los oídos y los sentidos. 🙏

Simplemente escuchad, dejad que os cale hasta los huesos. Yo puedo reproducirla 20 veces en bucle sin cansarme y sin que deje de erizarme hasta el último folículo piloso de mi piel.

Os aporto mi traducción libre 

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