43. El mar sigue sonando…

Ayer, mientras caminaba por la playa, grababa un audio a mi grupo de Eneagrama.

Geno, que participa poco, pero lee/escucha con gran atención y cuando habla «sube el pan», respondió que le daba tranquilidad el sonido de fondo.

Tranquilidad del sonido del mar

 

Era el sonido de este océano Índico tan azul, tan turquesa, tan brillante, en su constante vaivén de, ora acaricio la arena, ora vuelvo a mi ser, que traspasaba el tono de mis palabras y el volumen de mi voz, para llegar al otro lado y penetrar dulcemente de quien tiene oídos para percibirlo. 

 

Poco antes un amigo de vacaciones en Canarias me había enviado un vídeo con la mar rugiendo en las rocas, que también resonó potente

el sonido del mar

(sí, soy de las que cambia el fondo del whatsapp según el grupo o la persona 😉)

 

Es ese sonido, esa esencia, la del mar, lo que lleva integrándose en mi desde antes siquiera de imaginarlo. 

Ahora me resulta es impensable vivir o estar lejos del Azul elemento, del agua con sal, del incesable run run de las olas y el recto horizonte sin final…

Pero no siempre ha sido así.

Aunque mi madre adoraba la mar, soy de familia montañera y hasta la treintena mi vida transcurría bajo esos cielos tan bellamente recortados por las siluetas irregulares de cordilleras, cimas, riscos y cumbres.

 

Pero el mar, La Mar, de algún modo siempre tuvo un efecto llamada. Una fuerte atracción, que no fue hasta los treinta y muchos largos que me atrapó del todo y me diluyó en lo que, por naturaleza, «era yo».

Y hoy me ha saltado un link de un escrito que hice al mar.

Mejor dicho, un poema que el mar me puso en palabras.

Estaba pasando una época muy complicada, tremendamente convulsa de mi juventud.

Un momento disruptor, de grandes, -¡enormes!- cambios que, no sólo me sacudieron a mi si no a toda mi familia, por la decisión tan inesperada que tomé a esos 26 años, y contra la que me debatía frente a ese Atlántico rugiente esa tarde de agosto…

Y hoy, 31 años y unos meses después, al releerlo, sentirlo, al volver a hacerlo mío, me he dado cuenta que el mar, La Mar, llevaba muchos, muchos años hablándome.

 

Os invito a leerlo, pero sólo desde el mayor respeto y la humildad. Es la única forma de presentarse frente al mayor organismo vivo del planeta tierra, que paradójicamente, es agua…

 

🌊🌊🌊🌊 EL SONIDO DEL MAR  🌊🌊🌊🌊

Háblame, te escucho
Cuéntame, que te atiendo

 

 

PD 1
🙏 Gracias, Geno, amiga, por rescatar esa llamada tan lejana, pero tan cercana.

 

PD2
 ¡Si llama, escucha!
Sea el mar, la montaña, un bosque, las estrellas de la noche o la caída de sol…da igual, lo que sientas que tiene «palabras» para ti, escucha.
🙉 No desatendamos esas llamadas, ni cerremos los oídos porque son la puerta de acceso a nuestro yo más íntimo y traen mensajes que sólo nosotros podremos entender. Dan luz, respuestas, entendimiento, una vida más sentida.

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