Estrenando al Kivuca. Capítulo 3. Comienza una nueva vida

Entre el cansancio y el cava, no me fue difícil caer a los brazos de morfeo, pero me duró lo justo para reponer fuerzas, que el día que amanecía, era otro pasito más en la vida de “una que tiene barco”

Estuve un rato viendo el cielo clarear y pensar todo lo que quería hacer, recordando la travesía, y dejando que la sonrisa se siguiera extendiendo al saber que, si no tuviera una casa delante, desde esa misma posición vería la popa de Kivuca descansando de la jornada.

Hoy vamos a salir todos, ya en plan tranquilo y dominguero, pero le voy a decir a Jordi, que no haga nada, que tengo que hacerlo yo todo, desde largar amarras (eso es fácil!), hasta sacar el barco, velas y lo que haga falta..

¡Qué cosa, ya estaba emocionada perdida otra vez!


Poco a poco se fue levantando el resto de la comunidad y no tardamos mucho en pisar de nuevo el pantalán. El marinero había movido el barco del amarre de espera al de al lado, y es ese el definitivo, un sitio estupendo.

Me tranquilizó ver que aquí es mucho más fácil subir y bajar al barco y que no iba a tener que pedir ayuda constante, arriesgarme el trasero diario o pasar por el ridículo de tener que pedir árnica cada vez que quisiera entrar y salir de mi barco, ¡bien!

No os riáis, no… que una ya tiene una edad y encima es más bien patosa, asi que esto es lo ideal para ir tomando confianza y soltura en los «movimientos barqueriles», y luego, si eso y ya con el tiempo, igual parece que hasta me manejo con gracilidad por los pantalanes, jejejeeje.

Enseñamos a Esther el barco por dentro, que como llegamos de noche, no lo había visto, y le encantó “qué monada, es fantástico” decía, y yo, hinchada como un globo de satisfacción.

Pero he aquí que, como no podía ser de otra forma, apareció la sombra de un nuevo problemilla…

Oigo un grito de Saby….

¡¡LAS COLCHONETAS ESTÁN MOJADAS!!

¿¿¿MOJADAAASSSSS???
¡¡Si!!
¿¿Cuáles?? Las del camarote de proa??? ¿¿Pero como puede ser?? ¿¿no cierra bien la escotilla????

Fue Jordi raudo y veloz, y no, estaba hermética, ni gota de agua, pero si es cierto que estaban húmedas.
¡¡¡Ajjjjj, terror!!!!

Las sacamos y vimos que la madera de debajo estaba seca, seca también estaban los costados, el techo… no se veía humedad por ningún sitio. Abrimos la puertecita de proa del todo, donde va la cadena, ya que al poner el molinete han tenido que hacer un trabajo de ingeniería, y yo me temía lo peor… pero tampoco había agua allí.

Seguimos levantando tapas y abriendo compuertas (por favor, eso es como el castillo de las mil y una noches con tanto recoveco), y AHÍ ESTABA! en uno de los compartimentos triangulares de proa, había un poco de agua.
Salada, que Jordi el pobre la probó (y eso que Esther me dijo que era mi papel, por novata, pero es taaaan bueno este capi!!).
No mucha, y tampoco vi que se asustara mucho Jordi, pero ahí estaba. AGUA DENTRO DE UN BARCO… mal rollito…. 

Seguimos la inspección y en los otros cajones también había un poquito… pero solo en el fondo, nada en paredes, ni arriba…

Dedujimos que las colchonetas se humedecieron del buen rato que pasamos dando golpes de proa arriba y abajo cuando teníamos el viento y mar de cara, porque no se veía nada raro por otro sitio, y doy fe que Jordi rebuscó hasta debajo de las piedras. La sentina estaba bien, y todo lo demás en orden.

Llamamos a Livio (el que me lo vendió, que arregla barcos) se puso como una furia con sus empleados, “sé perfectamente lo que es Hellen, es del pozo del ancla, di por hecho que un trabajo diario que se hace, se hace bien, y cometí el error de no revisarlo, es eso, no tengo duda, está mal sellado… no te preocupes que te lo arreglaré”

Aunque al principio me asusté un poco, el ver a Jordi totalmente tranquilo y que Livio tampoco le dio demasiada importancia, me tranquilizó.

Y el hecho de que continuara el plan de salir a navegar, siendo que a bordo iba la cría de Jordi de 4 añitos, me dejó totalmente tranquila de que no era algo grave, como me insistieron.
Algo a arreglar cuanto antes, por supuesto, pero por lo visto y para mi sosiego, no de “vida o muerte” para mi pobre Kivuca. Además, algo curioso, es que en el triangulito donde había más agua, había una esponja, lo que da idea que no es algo nuevo…
Pero vamos, que gracia, gracia… no me hace ninguna!!!

¡¡AL AGUA PATOS!! 

Pasado el susto, era ya hora de disfrutar de un día magnífico!

Encendemos el motor y avanti…

Encendemos elmotor??? Rummmmm rummmmm rummmmmm chofff choff chof

¡Pero qué pasa, si todas las veces que lo hemos puesto ha arrancado a la primerísima!

Rummmm, rummmm… que se ahoga, que no tira, que parece que yaaaa, pero que no, que le des un poco más a la palanquita, que aprieta más… que prueba con ese otro botón… que no, que ese es el de apagado, ah, pues si yo creía que era como el estarter de los coches de antes, que ruuuunnnn que casiii, que no, que mira que sale humo y una mancha de aceite negro en el agua…. AJJJJJJJ QUE ME DA ALGOOO!!!! No puede ser, no, no, no… que no arranca!!!!

Probemos de nuevo, a ver, me dijo Livio que la palanca esta, la pestañita atrás y un poco adelante… a ver un poco más, aquí parece que tiene un tope, voy a pasarlo mas… venga, dale ahora… RUN RUN RUN ¡¡¡SIIIII, AL FIN!!! Dichosa palanquita, a ver si le pillamos el punto que me va a dar un ataque al corazón de buena mañana!!!

Ahora si, venga, que nos vamos, fuera amarras!

Con la ayuda de todos y la mano de Jordi corrigiendo la posición de la caña para no descalabrar a los barcos vecinos, salimos del puerto y tiramos a estribor… ahhh, ese es mi campo de visión habitual, pero hasta ahora desde la terraza de casa y la playa o el paseo, ahora… ahora es al revés, veo las últimas casitas del pueblo, las huertas, el monte detrás…. ¡¡¡¡MOOOOLAAAAA!!!!

Me siento feliz así que, vamos a darle al trapo un poco, que algo de vientecito sopla y hay que aprovecharlo.

Mientras yo estoy ensimismada en mis pensamientos agarrada a los obenques cual tripusol posando… Jordi y Esther le están explicando a Saby como va la caña. Si tengo que ir manejando las velas, bien tendrá que hacerse a ella, aunque sea un poco.

DE CUANDO SE COMPRUEBA ESO DE QUE «LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS».. 

¡¡¡Joerrrrr con la tía!!! Es la primera vez en su vida que agarra un timón o parecido, porque sí, ha navegado bastante, pero más preocupada por su mareo que de otra cosa, y la jodíiiiia (con cariño, eso si ) resulta que la maneja de cine.
Suave, fácil, como si llevara toda su vida haciendo esto, vamos…
Yo la miraba con cara de ajjjjj, con los bandazos que doy yo, ¿¿¿será posible???

En fin, cuando quieres a alguien y encima vas a compartir navegaciones y un barco, vale más no sacar el lado envidioso sino el de alegrarse y mucho por ello, así que, modo guay para todos, y a aplaudir, cada uno vale para lo que vale, eso está claro!

Con un vientecito de unos 10 nudos, se aproa perfectamente a la primera (¿será posible?????? Pero por que yo no???) y vamos sacando la Génova. Claro… la mayor es imposible, recordad que ayer tuvimos que cortar por lo sano y no tenemos “cordelito” del que tirar ;-), así que… esto es lo que hay!

Uaaaah, que bien!! Entre 8 y 12 nudos y este barco va de cine, Jordi va comprobando todo el rato con el Iphone profundidad y velocidad (recordemos que la sonda tampoco va ), y dice que con su Sun Oddissei 42 le costaría mucho tener esta velocidad, bueno, vale, son muchos metros más para arrastrar, claro, pero es que…. Kivuca es mucha Kivuca!!!!

Vamos todos disfrutando de lo lindo, hasta la nena se ha olvidado que quería hacer volar la cometa… Teresa tumbada en la cubierta, Esther jugando con la peque, Saby llevándonos de cine, Jordi al lado pero sin tocar un pelo su rumbo (y anda que a mi no tenía que estar todo el rato encima corrigiendo, uffff), y yo casi que dando saltitos de alegría. Ver a todos tan cómodos, felices y tan tranquilos, además me llena de un orgullo tonto…

Damos varios giros para coger bien el tono a la Génova, usar los winches, las escotas, tensar, recoger… vamos, lo que los habituados hacéis sin daros cuenta pero que de novatos hay que practicar mucho y estar al tanto de todo. Una pena no haber podido sacar la mayor, pero, bueno, así vamos por fases también, que nunca va mal (el que no se consuela es porque no quiere).

La verdad que el tiempo acompañó para esta especie de «bautismo», tanto que les llamaba la atención a estos navegantes de Barcelona y Costa Brava ese viento tan majo, pero con mar casi plano, ideal para la vela… Pero lo cierto es que aquí yo creo que es lo normal, o al menos es lo que he visto casi siempre. Las montañas del Monstiá por detrás y el Delta por delante protegen y deben hacer en esta zona un microclima, porque en los 6 años que llevo viniendo aquí, y no poco, he visto muy pocas olas (aunque cuando pega, pega pero bien!!), y siempre he comentado eso de que “este mar es muy poco mar” porque a mi, para verlo desde tierra, me encantan las olas bravas, rompiendo con fuerza en la roca, levantando espuma y rugiendo salvajes… Sin embargo, este trocito es dulce, suave, el fondo de arena y la playa de piedras parece que lo acuna, el sonido es especial, relajante, hasta melodioso diría yo…

Volvimos a puerto que nos esperaba una comilona de celebración, que paga Hellen… y yo ya ni me molesté en coger la caña, desde ahora, la “cañera” del reino es Saby, con el “palito” que dice ella, porque lo lleva que da gusto.
No veáis como metió el barco en el amarre, apenas sin ayuda, vale, que es fácil, pero coño, que ¡¡¡no llega ni al grado de novata, que es simplemente una virgen total en esto!!

Y todavía hay algo mejor en este domingo: que nadie se mareó… Tanto Teresa como Saby son tremendas con el mareo, pero la una, pendiente de la conducción y la otra supongo que recordando su caída del día anterior, se portaron como jabatas… ¡El mejor premio para todos!

Comimos como no se puede hacer de otra forma en este pueblo, maravillosamente bien, fuimos a dormir la siesta, revisamos cartas, instalamos programas en el ordenador (Zgrid, Navionics y apps varias, con instrucciones), miramos lo que haría falta hacer, poner, revisar y cuidar y finalmente el capi maravilloso y su familia se fueron para su casa, tras haber hecho posible todo esto, terminando uno de los momentos más felices, especiales e inovidables de mi vida… Mi estreno con el Kivuca, como armadora, como patrona, como amante de su velero!!!!


 

Capítulo 4. No hay dos sin tres

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