No te valides con la atención de los demás
“No te valides con la atención de los demás”
Creo que se lo escuché decir a Isra Bravo, últimamente le estoy leyendo/escuchando bastante, pero no podría confirmarlo.
Es de esas frases que resuenan, anoto y lo que me inspiren. De cualquier modo, dicha por él o quien fuera, es una realidad de esas que flotan pero no calan.
Así que venga, me voy a desnudar un poco
Cuando escribía en Facebook me encantaba mirar cuántas reacciones había, leer todos los comentarios, responderlos, generar más y más movimiento…
He tenido posts con cientos de respuestas y reacciones de todo tipo, (no sólo «bonitas»).
Me encantaba.
Lo reconozco, me subía el pavo que no veas, me sentía estúpidamente «importante» «reconocida» «valorada».
Y me hacía sentir bien. Que, oye, no está mal en sí… lo que no procede es que ese sentir bien tenga que venir de fuera, a eso me refiero.
Por eso creo que me llegó esta hostia de despertar.
Maupiti, marzo de 2023, última isla más occidental de la Polinesia Francesa, antes de comenzar el cruce en velero destino Fiji.
Escribí un post toda emocionada por la aventura que tenía por delante e iba a contar con pelos y señales.
Pero claro, lo último que me esperaba es que fuera «el último» 😱
Fue al llegar a Samoa, muchos días después y tribulaciones varias de por medio, cuando descubrí con horror que me habían hackeado mi cuenta, me banearon y no pude volver a entrar.
Tardé más de 4 meses largos en recuperarla y el proceso para ello fue realmente una agonía y calvario.
Esto dará para escribir de ello en otro momento, porque manda cojones que cualquiera pueda entrar hasta la cocina de «tu casa» y a ti, con toda la documentación del mundo (dni, teléfono, pantallazos, correos, cuentas bancarias, autenticaciones de todo tipo…) te dejen fuera con cara de imbécil. El resumen es que un chino (o a saber) se metió en mis tripas, cambió mi contraseña, la usó como plataforma de ventas de estafas varias, intentó hacerme un agujero de pasta bien gordo, puso fotos espeluznantes en mi nombre, la utilizó para entrar como administrador del perfil de ViajarSolo donde casi palmamos 25.000 euros, y todo esto, lógicamente provocó que Meta baneara «a Hellen Faus» y cerrara mi cuenta definitivamente, a cal y canto sin posibilidad de volver a abrirla..
🙌 Lo dije entonces y lo reitero las veces que haga falta: gracias, Alberto Rama de Buda Marketing, te lo curraste como el que más, sabes que estoy eternamente agradecida-
A lo que vamos.
Dejarme sin mi cuenta de Facebook me dejó KO.
De repente, sin aviso ni preparación, no podía comunicarme con «mis miles de amigos», subir fotos maravillosas, transmitir todo lo que estaba viviendo en esa travesía en velero por el Pacífico que estaba suponiendo una travesía vital de enorme profundidad.
Me sentí fatal.
No podía hacer nada y eso aún multiplicaba mi malestar con la impotencia y la rabia acumuladas.
Me habían quitado parte de mi vida, mi exposición.
Mi ego expansivo se había quedado sin espejo donde mirarse.
Tengo que reconocerlo, fue un sentimiento de VACÍO enorme, una privación que no entendía, como si me hubieran robado algo muy propio (realmente fue así), y me dejaba incompleta.
Qué tremendo ¿no?
No el sentimiento en sí, no, me refiero LO QUE SIGNIFICA todo esto.
UFFF
Seguí escribiendo, por supuesto, porque siempre me ha gustado hacerlo para mí, pero me faltaba esa parte de “compartir y dar al mundo algo que considero hago bien”.
La rabia y la impotencia me seguían corroyendo aunque de boquita para fuera decía un falso «no pasa nada, mejor así…«. Mentía. Me importaba. Y MUCHO.
Y han pasado dos años y pico de eso.
Y ahora veo que fue algo ENORME.
Enormemente bueno, me refiero.
Sigo escribiendo.
Sigo compartiendo.
Pero no haya aplausos, reacciones, comentarios.
Lo hago para mi y lo lanzo fuera. Sin que haya “respuesta”, o sea residual.
Y eso mola.
Es un crecimiento enorme.
Quizá en esto base mi “marca personal”. Quizá de esto dentro de un tiempo pueda salir de aquí algo que me beneficie de otra forma, que me devuelva lo que he perdido por otro lado.
No lo sé, lo ignoro y tampoco me lo cuestiono mucho.
Pero sí que ahora me da una sensación de libertad enorme
… y mi cabeza fluye
… y las palabras salen
… y mis notas del móvil están a reventar
… y siempre me acompaña una libreta física donde me gusta escribir a mano
… y me encanta
Porque, ¿sabéis? No necesito aprobación.
No busco ni espero el aplauso ni el comentario. ¿Que me gustaría? ¡Claro, no voy a ser cínica! Pero no lo requiero, no lo hago «por eso». No es es la motivación, lo único que me mueve es dejar que fluya, sin más.
AHÍ ESTÁ LA CLAVE Y LA DIFERENCIA
Ahora de verdad siento que estoy haciendo algo con un don que me ha sido dado, pero sin esperar nada a cambio, sin revisar si llega esa palmadita en la espalda o la ovación de los fans.
No necesito que me digan lo bien que lo hago, ni que me llenen de corazoncitos o aplausos en una red social que es lo más antisocial que ha existido jamás.
Orgullosa del salto
NO TE VALIDES CON LA ATENCIÓN DE LOS DEMAS
La única validación útil es la que sale de ti.
Busca, que la encontrarás.