Archivonoviembre 2016

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Talla XL
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Me lo contaron hace 26 años
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Horror… ¡¡Me han perdido la maleta!!
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El coche, lugar de pensar…

Talla XL

El otro día me tocó ir de compras, algo que hago poco y cada vez me gusta menos. Pero necesitaba algo de ropa «decente», por eso de que de cuando en cuando tengo que dar la imagen de esa «empresaria» que llevo dentro (me preocupan tan poco estas cosas, que la ropa que tengo para estos casos tiene más años que la tos y además de pasada de moda y buena parte me queda «pasada de talla» (o falta de talla, diría mejor ;))

Talla XL, ¿no, gracias?

Esta es la talla más grande de una chaqueta. ¿De verdad que tiene sentido?

El caso es que, buscaba algo «elegante» a la par que «bonito» y de cierta calidad, visto lo poco que lo uso y lo mucho que me dura y que no soy de cambiar de fondo de armario cada temporada.

Encontré en Massimo Dutti una chaqueta que me gustaba, pero la L me quedaba demasiado ajustada, y no me gusta ir embutida a lo butifarra, así que pido la XL. La chica la busca, vuelve diciendo que no, y le pregunto si puede mirar en alguna otra de sus tiendas… Hace la consulta, y vuelve con que no, no porque no la tengan, sino porque no se fabrica más talla, que lo más grande es esa.

Mi cara debe ser un poema…

¿De verdad me dicen que no hacen nada mayor que una talla L… y una talla L bastante poco generosa, por cierto?

¡Venga ya!

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Me lo contaron hace 26 años

Fayetteville, Carolina del Norte, un día de agosto de 1990.

Era el primer año de prácticas de estudiantes de veterinaria en USA y allí me había ido yo a aprovecharlo. Vivía en un apartamento encima de una de las clínicas del veterinario con el que estaba (el Dr. Garrett, ¡¡qué recuerdos!!) y visualizo perfectamente el momento en que uno de los sábados que estaba en casa con el noviete que me eché allí, los ojos se me abrieron como platos.

Bobby era hijo de militar de grado y aunque no pertenecía propiamente al ejército, estudiaba informática y estaba muy vinculado con la importante Base aérea de allí, donde pasaba mucho tiempo y sabía mucho de sus «tripas». Hablando de nuestras cosas, viendo una carta que estaba escribiendo a mis padres (de las que se escribían a mano, de sobre y sellos) me explicó que la US ARMY usaba un sistema de comunicación interno, instantáneo y directo por ordenador, que él ya lo había probado y era increíble, y que se estaba desarrollando para que fuera para todos…

Ya verás, Hellen – me decía – vamos a poder hablar tú y yo por el ordenador, como ahora, pero sin vernos,  aunque tú estés en España y yo aquí, pero a la vez, sin cartas, sin esperas, sin teléfonos… ¿¿No es una pasada? Y además, no sólo eso, sino que TODO va a estar accesible. Mira, con lo que nos gusta leer a los dos, ¿¿te imaginas que sin salir de tu casa puedas acceder a un libro de la biblioteca de Nueva York y leerlo sentada en tu silla?? Pues eso va a ser posible, ¡¡¡está ya en marcha!!! – Y yo no cabía en mi ser de la emoción de pensar que algo tan increíble pudiera ser verdad para los «mortales».

Este fue mi primer contacto y conocimiento de «internet». Me marcó, estuve muy al tanto y por eso empecé tan pronto. Probablemente la mía fue de las primeras casas particulares donde había uno de esos módems que funcionaban a patadas, aunque mis padres no entendían qué narices podía hacer tanto rato entusiasmada detrás de una pantalla.

Hace mucho que ya es real, de hecho, aquí estamos todos como si nada, pero este artículo con Recopilación de Bibliotecas y Museos que han abierto sus obras online, me ha devuelto por un momento a mis 22 años y el descubrimiento de lo que hoy es mi día a día . Parece mucho tiempo, pero realmente no es tanto para lo increíblemente rápido que han ido las cosas en el este terreno tecnológico.

En fin, romanticismos y batallitas de abuelo cebolleta aparte… espero que lo disfrutéis tanto como yo.

http://www.xataka.com/otros/46-museos-y-bibliotecas-que-han-digitalizado-todo-su-conocimiento-humano

 

Horror… ¡¡Me han perdido la maleta!!

Que no cunda el pánico. Es es algo que cualquiera que suba a un avión debe tener entre las posibilidades de que ocurra. Es una parte ineludible de «viajar», así que sólo hay que buscar las formas para que no nos amargue las vacaciones si nos toca. Por la experiencia muy reciente de un compañero en el Mar Rojo (si, Pipe, has sido el desencadenante, jeje), me decidí a escribir de ello en el blog de la agencia para que todos nuestros clientes y amigos o cualquiera que se disponga a facturar sus maletas, sepa lo que hacer cuando ocurre «nuestra mayor pesadilla».

https://viajesdiferentes.com/como-actuar-perdida-equipaje/

 

El coche, lugar de pensar…

El «Caralibro» tiene la buena (o mala) cosa de rescatar publicaciones tuyas «tal día como hoy» de años anteriores. Me gustó volver a retomar esta, porque es tan actual!!!

Momento reflexivo – filosófico al volante
Anoche, volviendo por el Monrepós (el puerto que lleva del Pirineo a Zaragoza, para los que no lo conocen), con música clásica de fondo y sin hablar, pensaba en la infinidad de veces que he rodado esa carretera desde que a mis 18 años mis padres decidieron mudarse de Madrid a Jaca.

Y ayer me daba cuenta que cada vez que subía o bajaba ese puerto, sin saberlo o sabiéndolo, mi vida era distinta, o estaba cambiando, o a punto de hacerlo. Desde que empecé la facultad allá por 1986 (ufff) con sus años jóvenes y alocados de universidad de tantísimas vivencias concentradas, hasta que mis padres se trasladaron a Zaragoza en el 2004, esos kilómetros han sido testigos de una Hellen en continuo cambio y variaciones de estado de lo más diverso y variopinto.

Estados personales, profesionales, sentimentales, civiles, emocionales, formales, informales… estados distintos y hasta diametralmente opuestos…

Y en todos, durante más de 20 años, esa carretera ha sido como un testigo mudo y paciente confidente.

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